A Note from Rosario

As we move through this season of shorter days, longer nights, and twinkling lights, I find myself reflecting on the year we’ve just experienced, its challenges, its moments of joy, and the many ways our RAW community has continued to show up for our young people and for one another. This time of year invites both gratitude and pause, and I hope you, too, are finding moments of rest and connection.

2025 asked a great deal of all of us. In a landscape shaped by uncertainty and change, what has remained constant is our shared commitment to centering youth, creativity, healing, and belonging.

As we approach the new year, I’ve been thinking a lot about how to maintain steadiness in moments that shake us, and how to continue to inspire and hold hope when so much affects us on a daily basis. As a leader, I am choosing to stay alert, informed, and deeply connected to my community, so we do not lose sight of those we serve and those who need us most.

At the same time, I am choosing to lead with calm in the storm, boldness grounded gracious confidence and knowledge, and an emphasis on moments of progress, joy, and collective wins.

 I believe in leadership rooted in care rather than desperate urgency. That steadiness allows us to be proactive, not reactive, to think strategically, plan thoughtfully, anticipate different scenarios, and make decisions that center on young people and their needs, while safeguarding the long-term sustainability of our organization.

I choose to face the realities before us without shying away from hard truths or difficult decisions. And within those realities, I also choose to look for possibilities. When I look at the RAW community, I see dedication, honesty, brilliance, and heart. That brings me hope, and I choose to project that and carry it with me each day, which brings a smile to my face. This is the leadership I want to model for the young people who walk through our doors: one grounded in courage, clarity, care, empathy, and belief in what’s possible, even in uncertain times.

During the final weeks of December, I slow down at home with my family. With my husband, José; our two young adult children (I can’t believe I’m writing that! They grow too fast!), Mercedes and Sebastián; my 94-year-old father, Gerardo; our two Shih Tzus, Macchiato and Mocha; and our cat, Misu (short for Tiramisu). Our kitchen fills with the scent of Dominican sazón as we turn it into a mini pasteles-and-empanadas production line, prepare traditional desserts, and bottle Coquito to share. We play dominoes with Papá, make art together, and let time stretch.

Lately, I’ve returned to acrylic painting. I’m being bolder with color, mixing tones freely, and painting outside the lines and beyond the frame. Choosing joy and creativity in this way feels like resilience, and sometimes an intentional resistance to rigidity, the kind that leaves little room for imagination or curiosity, both of which are essential for seeing possibility.

As we look ahead, I believe deeply in our collective strength. Each of us brings something essential, and when we weave those strengths together, we create a stronger net, one that must be even tighter in times like these, to support those who, due to systemic inequities, too often fall through the gaps of our systems.

Thank you for your partnership, care, and continuity. I am honored and grateful to have spent this past year alongside you, and I look forward to navigating 2026 together, grounded in community and shared purpose.

Warm holiday wishes,

In community,

Rosario

Rosario Ubiera-Minaya, Executive Director

Una Carte de Rosario

A medida que entramos en esta temporada de días más cortos, noches más largas y decoraciones con luces y ornamentos, me encuentro reflexionando sobre el año que acabamos de vivir: los desafíos, momentos de alegría y las muchas maneras en que nuestra comunidad de RAW ha seguido haciéndose presente para nuestros jóvenes y entre nosotros mutuamente. Esta época del año nos invita tanto a la gratitud como a la pausa, y espero que ustedes también estén encontrando momentos de descanso y conexión.

El 2025 nos exigió mucho a todas y todos. En un contexto marcado por la incertidumbre y el cambio, lo que se ha mantenido constante ha sido nuestro compromiso compartido de poner en el centro a nuestros jóvenes, la creatividad, la sanación y el sentido de comunidad y pertenencia.

Al acercarnos al nuevo año, he estado pensando mucho en cómo mantener la firmeza en momentos que nos sacuden y en cómo seguir inspirando y sosteniendo la esperanza cuando tantas cosas nos afectan a diario. Como líder, elijo mantenerme alerta, informada y profundamente conectada con mi comunidad, para no perder de vista a quienes servimos y a quienes más nos necesitan.

Al mismo tiempo, elijo liderar con calma en medio de la tormenta, con audacia arraigada en una confianza serena y en el conocimiento, y poniendo énfasis en los momentos de avance, alegría y logros colectivos. Creo en un liderazgo arraigado en el cuidado y no en la urgencia desesperada. Esa firmeza nos permite ser proactivos y no reactivos: pensar estratégicamente, planificar con intención, anticipar distintos escenarios y tomar decisiones que centren a nuestros  jóvenes y sus necesidades, mientras protegemos la sostenibilidad a largo plazo de nuestra organización.

Elijo enfrentar las realidades que tenemos delante sin evadir verdades difíciles ni decisiones complejas. Y dentro de esas realidades, también elijo buscar posibilidades. Cuando miro a la comunidad de RAW, veo dedicación, honestidad, brillantez y corazón. Eso me da esperanza, y elijo proyectarla y llevarla conmigo cada día, con empatía pero sin perder la sonrisa. Este es el liderazgo que quiero modelar para nuestros jóvenes que cruzan nuestras puertas: uno basado en el coraje, la claridad, el cuidado y la convicción de que lo posible sigue existiendo, incluso en tiempos inciertos.

Durante las últimas semanas de diciembre, voy a estar en casa con mi familia: con mi esposo, José; nuestras dos hijos ya jóvenes adultos (¡todavía me cuesta escribir eso! ¡Qué tan rápido crecen!), Mercedes y Sebastián; mi padre de 94 años, Gerardo; nuestros dos Shih Tzus, Macchiato y Mocha; y nuestro gato, Misu (corto de Tiramisú). Nuestra cocina se llena del aroma del sazón dominicano mientras la convertimos en una pequeña línea de producción de pasteles en hoja y empanadas, preparamos postres tradicionales y embotellamos Coquito cacero para compartir. Jugamos dominó con Papá, hacemos arte juntos y dejamos que el tiempo corra tranquilo.

Últimamente he vuelto a pintar con acrílica. Estoy siendo más audaz con el color, mezclando tonos con libertad y pintando fuera de las líneas y más allá del marco. Elegir la alegría y la creatividad de esta manera se siente como resiliencia y, a veces, como una resistencia intencional a la rigidez, esa que deja poco espacio para la imaginación o la curiosidad, ambas esenciales para poder ver posibilidades.

Al mirar hacia el futuro, creo profundamente en nuestra fortaleza colectiva. Cada quien aporta algo esencial, y cuando esas fortalezas se entretejen, creamos una red más fuerte, una que debe estar aún más firme en momentos como estos, para sostener a quienes, debido a inequidades sistémicas, con demasiada frecuencia quedan fuera de los sistemas que deberían protegerlos.

Gracias por su colaboración, su cuidado y su compromiso continuo. Me siento honrada y profundamente agradecida de haber compartido este año con ustedes y espero que sigamos navegando juntos en el 2026, como comunidad y con el propósito compartido como nuestra guía.

Con cálidos deseos para esta época feriada,

En comunidad,

Rosario

Rosario Ubiera-Minaya, Directora Executiva